Soneto 158. QUITAMIEDOS
En la dinámica de tu cintura
mi vista se queda muda y perpleja
comiéndome a envidia lo que me dejas
en otra inverosímil desventura.
Como ecuánime noche de amargura,
en un quitamiedos que se me aleja
de un desplomado ventanal sin rejas,
me entrego a la pasión de tu aventura.
Yo nunca he sido el amado de nadie
ni he conseguido que nadie me quiera
con ese amor,... con el que yo quisiera.
En cada nube, que en vida me irradie,
si acaso me cedes tu primavera,
te amaré,... como hice la vez primera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario