Soneto 190. INCITACIÓN AL DESEO
Me gusta ese perfume, piel fragancia,
que me impregna de aroma el epicentro,
que hurga en mi nariz, en lo más adentro,
y es el sudor que orbita en tu elegancia.
Se ordenan los muebles en cada estancia
de las dos mentes que encuentran su centro;
mentes compostadas de circuncentro
que, inteligentes, gozan de abundancia.
Me pierdo en tus palabras de incitación
al deseo, y caigo en la inclinación
de las lluvias mojadas perentorias.
Me extiendo en tus pesquisas de indagación
y se rinde mi vuelo a tu insinuación
en las nubes de amor gravitatorias.
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