Soneto 213. CUANDO LLORAS...
El estremecimiento te condena
a un mar insensible de furia y tedio.
Cuando lloras, lloras porque estás ebrio
y no porque sientas dolor ni pena.
En este cúmulo de penumbra en vena
no soy condescendiente a tu misterio
y muere, apenas en un minuto y medio,
todo lo que tu alma me envenena.
Ya no hay ningún sentimiento excesivo
y has dejado de ser ese motivo
por el que yo daba mi vida entera.
De forma vitalicia, - es comprensivo -,
acallo esta tensión en la que vivo
y admito la victoria con cautela.
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