Soneto 169. PÁJAROS DEL ALBA
Casi todos los pájaros del alba
- lúcidas neuronas de mi cabeza -,
dan fin a cada día, igual que empieza,
respirando en tus promesas de salva.
El hierro caldeado nos enalba
en ábacos de distancia y pereza
y, así, los sueños caen en tristeza
aunque a mis ojos seas como la malva.
Pájaros que nos duelen en el alma,
que desquician la paz de toda calma,
aunque nunca desvelan su secreto.
Y en el placebo natural del alma
siempre queda un trocito que está en calma,
que es refugio para tu amor completo.
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